Las excursiones a granjas escuela suponen una buena oportunidad pedagógica para poner a los niños en contacto directo con la naturaleza. Por un lado, muchos de ellos pueden conocer en persona ciertas especies de animales que probablemente no hubieran visto nunca antes, ver cómo es su alimentación, su cuidado… y estar en contacto directo con ellos.
Por otro lado, es una buena ocasión para aprender qué se hace en una granja, ver cómo se trabaja… y realizar actividades por ellos mismos. Esto resulta una práctica muy fructífera para que los niños conozcan de primera mano la importancia de este tipo de lugares, a la vez que experimentan una productiva experiencia que seguro les hará reflexionar acerca tanto del propio hábitat, como de otras formas de trabajo de los seres humanos que probablemente no conociesen con anterioridad, etc.
Hace poco visitamos una con nuestros bebines de 3 y 5 años, una granja escuela. Fue una jornada de lo más interesante para los alumnos y para los profes que les pudieron acompañar. ¡No pudieron pasarlo mejor realizando actividades tan interesantes como montar en burro! Además, a la vez que disfrutaron de un día soleado en un entorno maravilloso de naturaleza, pudieron aprender valores de respeto y cuidado, de los animales y del medio ambiente.
¡Es una maravilla verlos disfrutar así!